El momento en el que entras por la puerta de la consulta de fisioterapia
El contacto visual. Esa mirada que transmite más que las palabras que venías pensando para contarme cómo estás y cómo vas con tu dolor. Hay veces que se convierte en alegría, otras en desesperación, otras en esperanza, otras en frustración y hay veces, que se convierte en transformación.
Dejas tus cosas en el perchero y te sientas (hay otros días que te quedas de pie). Ese gesto, esa postura, ese movimiento. Es tu cuerpo en estado puro ya que siente seguro allí. O no, y por eso habla sin decir palabras.
Y comienzas a hablar. Lo que habías pensado contar se te ha olvidado. Y las palabras que recuerdas salen de carrerilla. Y aparece un silencio. Un microsegundo, un segundo, diez segundos… da igual el tiempo (que en estos momentos puede pasar de muchas formas). El caso es que aparece el silencio. Y es entonces cuando empiezas a crear y a creer.
Y señalas dónde te duele y el cuerpo te acompaña con el movimiento que te está limitando. Y te levantas y te mueves y te vuelves a sentar. Y miras. Miras buscando un horizonte, un mínimo faro que te diga hacia donde puedes tirar. Es curioso que busques ese horizonte dentro de cuatro paredes. ¿Qué pasará de ese faro cuando salgas de la consulta?
La camilla de la sala de tratamiento
La piedra Rosetta que traduce. O mejor dicho, la boca de la verdad. Tu verdad.
Aunque el tratamiento comenzó en el momento en el que reservaste la cita de fisioterapia. Al fin y al cabo, es un proceso en el que todo es importante.
La camilla. Ese lugar que desconecta la mente racional del cuerpo físico y se genera el movimiento preciso para tu sanación. La obra comienza de una manera y suele acabar de otra distinta y muchas veces, inesperada. Es tu cuerpo cuando es escuchado y atendido.
Y cuando bajas de la camilla algo ha cambiado, ya no estás como antes. Acabas de vivir una experiencia y esa va directamente a tu vida. Es probable que tu horizonte se dibuje mejor y veas con más claridad tu faro.
Sales por la puerta y comienzas a notar una mezcla de ligereza, nostalgia, pesadez y alivio. O ninguna. ¿El resultado? cada paso es distinto.
La sesión de tratamiento de fisioterapia va encaminada a tu cuerpo de manera integral
E indirectamente, a tu faro.
Y directamente a tu vida, porque tu cuerpo físico es el vehículo en ella. No lo olvides.
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