El dolor aparece de muchas maneras en tu cuerpo. Unas veces es pasajero, otras se queda contigo todo el día, otras se va de un sitio a otro del cuerpo, otras aparece cuando descansas o te activas. Cuando partimos de la base de que un dolor aparece para avisarte de algo, ya lo podemos asociar a un chivato que te avisa de que algo está dando fallo.
Es muy frecuente que el origen del dolor no esté corroborado por pruebas de imagen (radiografías, resonancias magnéticas, ecografía…) e incluso, que el dolor aparezca sin que haya habido un traumatismo previo (golpe, caída, sobreesfuerzo) o un daño en el tejido (rotura fibrilar, esguince, fractura).
¿Cuál es el origen del dolor?
El dolor es un sistema de protección. Te avisa de algo que tu cuerpo, desde un punto de vista integral, está detectando como peligroso para ti. El origen del dolor puede ser:
- Estructural: lo que afecta a la parte física, la estructura. Movimientos repetitivos, traumatismos, accidentes, malas posturas.
- Químico: por alteraciones en tu fisiología y metabolismo. Falta de vitaminas oligoelementos, minerales, alteraciones en los procesos digestivos, alteraciones hormonales, exceso de tóxicos… todo lo que tenga que ver con los procesos normales de funcionamiento interno de tu cuerpo.
- Energético: trastornos del sueño y el descanso, estrés crónico, alteraciones en el biorritmo. Lo que influye en cómo te cargas y te descargas de energía para el día a día.
- Emocional: las emociones no expresadas, conflictos en tu entorno, pensamientos recurrentes. Aquí aparecen las somatizaciones, cómo el cuerpo refleja en su parte física las tensiones emocionales.
¿Por qué ocurren las somatizaciones?
Cuando estamos ante procesos emocionales que nos alteran, tenemos dos opciones:
- Gestionarlo en el momento en el que está ocurriendo el suceso.
- Gestionarlo después porque el suceso está siendo desestabilizante para ti.
Cuando lo gestionamos después (puede ser a los cinco minutos, día siguiente, semana siguiente o incluso, años después del suceso) es el cuerpo el que se encarga de amortiguar toda esa tensión emocional. Es más fácil llevarlo al cuerpo que sufrir a nivel emocional.
Si hay alteración a nivel emocional, el cerebro entra en estado de alerta y el resto de las funciones fisiológicas de supervivencia se alteran e incluso, si es muy fuerte, se paran. Y esto no es compatible con la vida.
¿Cómo ocurren las somatizaciones en el día a día?
Las somatizaciones están presentes cuando estás bloqueando emociones en tu cuerpo. Es muy importante la emoción que provoca la somatización y lo es aún más lo que haces con esa emoción (bloquearla, apegarte a ella, quedarte en ese estado emocional).
Si en tu día a día aparecen dolores que vienen de una somatización, lo primero es conocer el lugar de la somatización (espalda, hombro, cervicales, rodillas…), el tejido que está doliendo (músculo, hueso, tendón, ligamentos…) y qué es lo que no te permite hacer el dolor (levantarte de la cama para ir a trabajar, pensar con claridad, estar con tu pareja, disfrutar de vacaciones…).
Cada parte del cuerpo, cada tejido y cada función que no se puede realizar tiene un significado emocional que te habla del conflicto que te está generando ese malestar. Y sobre todo, de cómo estás gestionando ese conflicto.
Tu cuerpo es el primero en darse cuenta de que algo no va bien en ti.
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